lunes, 1 de junio de 2015

El teatro español después de la guerra civil (1ª parte).

EL TEATRO ESPAÑOL DESPUÉS DE LA GUERRA CIVIL


1- EL TEATRO DE LA DÉCADA DE LOS  40                                   






1.1- ¿Qué factores políticos influyen negativamente en la mala situación del teatro español en la década de los 40?

Durante esta década, el teatro en España fue especialmente pobre. La guerra afectó al teatro español, junto al exilio y la muerte de algunos importantes escritores, y un gran aumento de las presiones comerciales. El fin de la guerra no fue tan grave en el género teatral como con otros géneros. Estas causas se unen a los factores políticos que influyeron en gran medida al teatro: el contenido político en las obras se censura, y solo pueden acudir a verlas las clases más adineradas por el agravamiento de la crisis económica. Los comerciantes preferían hacer un teatro que fuera agradable para la burguesía, solo centrándose así en este grupo social. También esta época coincide con la dictadura de Francisco Franco, lo que hace que muchos temas se censuren y no se puedan estrenar obras por su contenido.


1.2- Alta comedia: ¿De qué autor es heredero este teatro? ¿Qué temas trata? ¿Por qué crees que es un teatro que no ha pasado a la historia?

-La alta comedia es un tipo de teatro que concede una especial importancia a la obra bien elaborada en la construcción de la trama, los diálogos o los juegos escénicos. Los principales autores de la alta comedia fueron: José Pemán, Luca de Tena, López Rubio o Edgar Neville.


-El heredero de la Alta comedia es el escritor Jacinto Benavente, ya que este autor lo comenzó, y otros como López Rubio o Calvo Sotelo siguieron esta línea. Dentro de esta forma de teatro, se creó la línea del teatro de Benavente, que fue un teatro que enmascaraba la dura realidad del momento, para preocuparse así de los pequeños problemas cotidianos.
Es heredero de Jacinto Benavente, ya que es muy longevo.

-Los principales temas que se utilizaban en la alta comedia son:

  • Conflictos familiares, como adulterios, problemas económicos...
  • Situaciones cotidianas con un toque de humor.
  • Crítica de las costumbres sociales.
  • Reflexiones morales para el espectador.
-Es un teatro que no ha pasado a la historia, ya que los temas que se utilizaban son actuales, y es un tipo de teatro que sigue siendo utilizado por algunos escritores de esta época. La alta comedia se diferencia de otros tipos de teatro en que esta ha perdurado durante años y no se ha dejado de representar. Actualmente, el espectador no pertenece solo a las clases adineradas y es un teatro hecho para todo el mundo.
No ha pasado a la historia porque sus temas son actuales.


1.3- Teatro cómico renovador:

Miguel Mihura

Enrique Jardiel Poncela


1.3.1- ¿En qué se diferencia este teatro cómico del que se estaba haciendo hasta entonces?¿Quiénes son sus principales representantes? ¿Qué tuvieron que hacer para que sus obras pudieran ser representadas?

-El teatro cómico renovador se diferencia de los anteriores en que este buscaba una renovación del humor teatral español y así lo logró. Antes de esto, se buscaba la gracia fácil y casi sin sentido, y esto hizo que autores como Miguel mihura lo intentasen cambiar, haciendo obras basadas en absurdo, pero esto estaba lejos de los gustos del público e hizo que no llegase muy lejos. Según las palabras de Pirandello, las diferencias entre estos dos tipos de teatro cómico son entre lo cómico y lo humorístico. Para él, lo cómico se basaba en crear risas a partir de una situación vergonzosa de un personaje, para reírse de él. El humor se diferencia de ello en que es distinto y hace que los espectadores reflexionen y busquen el por qué de la risa.

-Los dos principales representantes del teatro cómico renovador fueron Enrique Jardiel Poncela y Miguel Mihura, ya que fueron los únicos que consiguieron renovar el humor del teatro español.

-La renovación del humor del teatro les supuso algunos problemas a estos dos autores, ya que trataron temas que antes no se habían utilizado y no sentaron muy bien a todo el público. Para poder representar y estrenar sus obras tuvieron que renunciar a desarrollar libremente todo lo que pensaron e innovaron, para poder así agradar a todo tipo de público, aunque tuviesen que frenar su creatividad y censurar algunas cosas.



1.3.2- Tres sombreros de copa.

   



- Argumento.

Dionisio, un joven de veintisiete años, va a casarse con Margarita, una mujer de veinticinco. La noche previa a la boda, Dionisio se hospeda en un hotel donde conoce a Paula, una atractiva chica de dieciocho años. de la que se siente especialmente atraído. La muchacha trabaja en un circo y al día siguiente debutará en el Nuevo Music-Hall. A lo largo de la obra, Dionisio descubre por medio de Paula una manera distinta de vivir, de entender el mundo y de alcanzar la felicidad, y gracias a la joven conoce la posibilidad de una existencia más imaginativa y libre. Sin embargo, en el momento culminante de la acción, Dionisio debe decidirse entre Paula y Margarita, y al no atreverse a cambiar de vida, opta por vivir con la burguesía, aunque esté enamorado de Paula.



- ¿Cuándo escribió Miguel Mihura esta obra y cuándo la estrenó? ¿A qué se debió que tardara tanto en estrenarla?

-Miguel de Mihura escribió esta obra en el año 1932, pero la estrenó veinte años después, en el año 1952. 

-'Tres sombreros de copa' tuvo que ser estrenada años más tarde debido al humor difícil de comprender para los espectadores de la década de los años treinta. Era un humor moderno e innovador, que se anticipaba bastante y era demasiado novedoso. También, en la obra se criticaban algunos de los hábitos burgueses, y al ser la mayor parte de los espectadores pertenecientes a esta clase, fue imposible su estreno. Por todas esas razones, la obra fue aplazada y su estreno tuvo que ser veinte años después, cuando el teatro había cambiado y las condiciones eran más favorables.
La tardanza del estreno se debió a que, después de 20 años, deciden realizar una representación única, pero que al final es un gran éxito y la carrera del escritor se ve relanzada. No se pudo estrenar en el año que se iba a estrenar por la incomprensión de los espectadores, pero en gran medida también por incomprensión de los empresarios.

- Mihura establece una comparación entre dos mundos aparentemente opuestos: ¿cuáles son? ¿qué personajes pertenecen a uno y otro? ¿qué diferencias hay entre esos dos mundos? ¿qué semejanzas?

-Mihura relaciona en esta obra dos mundos muy diferentes: el mundo perteneciente a los burgueses, que es algo más caprichoso y con más derechos, y el mundo inverosímil, que está lleno de esperanzas rotas y vidas más amargas que las de la burguesía. Para él, son dos mundos muy opuestos, pero se necesitan los unos a los otros.

-Los personajes pertenecientes a la burguesía son:

  • Don Sacramento.
  • El Odioso señor.
  • El anciano militar.
  • El cazador astuto.
  • El romántico enamorado.
  • El guapo muchacho.
  • El alegre explorador.
  • Dionisio.
Los personajes pertenecientes a la clase baja son:

  • Buby Barton.
  • Paula.
  • Las mujeres pertenecientes al ballet del Music-Hall.
-Estos dos mundos tan distintos se diferencian en que los burgueses se representan como personas que están condicionadas continuamente y están atadas, por esto no pueden hacer lo que quieran libremente. El otro mundo, muy diferente al anterior nombrado, tienen una vida mucho menos planificada, en la que son más libres y tienen menos ataduras. Se diferencian también en que la burguesía tiene más privilegios y se mueven facilmente por el mundo al tener dinero. Los de las clases bajas, lo tienen más complicado y en algunas ocasiones son comprados con regalos o dinero, como se puede ver a lo largo de la obra.

-La principal semejanza entre los dos mundos representados en la obra, es que los personajes de los dos grupos sienten un gran vacío y la mayoría no está a gusto con la vida que lleva. 
Se ve como Dionisio, que se va a casar con Margarita (pertenece a una clase alta y adinerada), no está feliz con su elección, y al igual que él, Paula (pertenece a una clase más pobre), tampoco esta conforme con su vida.


- ¿Qué es el teatro del absurdo? ¿Con qué finalidad utiliza Mihura el absurdo?

-El teatro del absurdo es una nueva forma de crear teatro en la que predomina el humor surrealista sin sentido. Miguel Mihura fue uno de los autores que utilizó esto en sus obras. El teatro del absurdo utilizaba nuevas técnicas, como el tratamiento burlesco de los problemas de la vida cotidiana con una degradación del lenguaje, así como la incorporación de lo subconsciente para ampliar el mundo material hacia un mundo libre de lógica. El teatro de lo absurdo, además rechazó todas las convenciones del teatro tradicional.

-Con el teatro del absurdo, Miguel Mihura pretendía criticar de una manera despiadada las convenciones de aquella sociedad llena de tópicos, pero de una forma distinta a la anteriormente vista. No entendía por qué tenía que existir normas fijadas en la vida burguesa, y mediante sus obras lo criticaba, aunque no le sentó bien a toda la parte del público.


- Lee estos textos y contesta las siguientes preguntas:



TEXTO 1

1- ¿Qué característica de la sociedad convencional critica Mihura a través de lo que dice Don Rosario?

Mediante este fragmento de la obra, el autor quiere criticar a las personas que forman la sociedad ya que como se ve aquí, todo se dice y se hace según lo dicen los demás, sin parar un momento para reflexionar lo que cada uno piensa y saber si es verdad o mentira. Se puede observar perfectamente como lo critica cuando Don Rosario afirma que hay tres luces blancas, solo porque las personas que han pasado por allí le han dicho que es así, aunque en realidad haya una roja y dos blancas. Cuando Dionisio le dice que se equivoca, Don Rosario se extraña, pero al momento cambia sus pensamientos y se convence de que hay tres blancas, aunque él no las vea.
Critica la fe ciega en ideas que se consideran válidas porque se van transmitiendo.




DON ROSARIO. Es la mejor habitación, don Dionisio. Y la más sana. El balcón
da al mar. Y la vista es hermosa. (Yendo hacia el balcón.) Acérquese. Ahora no
se ve bien porque es de noche. Pero, sin embargo, mire usted allí las lucecitas
de las farolas del puerto. Hace un efecto muy lindo. Todo el mundo lo dice.
¿Las ve usted?

DIONISIO. No. No veo nada.

DON ROSARIO. Parece usted tonto, don Dionisio.

DIONISIO. ¿Por qué me dice usted eso, caramba?

DON ROSARIO. Porque no ve las lucecitas. Espérese. Voy a abrir el balcón.
Así las verá usted mejor.

DIONISIO. No. No, señor. Hace un frío enorme. Déjelo. (Mirando
nuevamente.) ¡Ah! Ahora me parece que veo algo. (Mirando a través de los
cristales.) ¿Son tres lucecitas que hay allá a lo lejos?

DON ROSARIO. Sí. ¡Eso! ¡Eso!

DIONISIO. ¡Es precioso! Una es roja, ¿verdad?


DON ROSARIO. No. Las tres son blancas. No hay ninguna roja.


DIONISIO. Pues yo creo que una de ellas es roja. La de la izquierda.

DON ROSARIO. No. No puede ser roja. Llevo quince años enseñándoles a
todos los huéspedes, desde este balcón, las lucecitas de las farolas del puerto,
y nadie me ha dicho nunca que hubiese ninguna roja.

DIONISIO. Pero ¿usted no las ve?

DON ROSARIO. No. Yo no las veo. Yo, a causa de mi vista débil, no las he
visto nunca. Esto me lo dejó dicho mi papá. Al morir mi papá me dijo: «Oye,
niño, ven. Desde el balcón de la alcoba rosa se ven tres lucecitas blancas del
puerto lejano. Enséñaselas a los huéspedes y se pondrán todos muy
contentos...» Y yo siempre se las enseño...

DIONISIO. Pues hay una roja, yo se lo aseguro.

DON ROSARIO. Entonces, desde mañana, les diré a mis huéspedes que se
ven tres lucecitas: dos blancas y una roja... Y se pondrán más contentos
todavía. ¿Verdad que es una vista encantadora? ¡Pues de día es aún más
linda!...

TEXTO 2

1-¿De qué intenta convencer Buby a Paula? ¿En qué motivos se basa?

-Buby quiere que Paula consiga dinero del hombre burgués que se hospeda en la habitación donde han entrado, pero ella no quiere ya que se supone que se dedica a lo mismo que ellos y para ella es un compañero.

-Se basa en que necesitan el dinero, y según él las mujeres del ballet bailan muy mal y él directamente no sabe bailar, así que Paula tiene que conseguir el dinero como sea. Piensa que en la habitación se hospeda un burgués al que le sobra el dinero, y con unos besos seguro que Paula conseguirá algunos billetes.
Buby se basa en que necesita el dinero si quieren seguir viviendo su vida fuera de casa y viajar por muchos lugares, pero Paula no está tan segura de ello.


2- Aunque Buby es, en teoría, un miembro del mundo bohemio del espectáculo, ¿crees que sus ideas y su actitud es bohemia o burguesa? ¿Por qué?

Creo que la actitud de Buby es burguesa aunque se dedique a un mundo bohemio, porque como se ve en el fragmento de la obra, lo único que le importa es que Paula consiga dinero y los convencionalismos sociales.
Se ve claramente como los ideales de Buby pertenecen a la burguesía, ya que tiene una gran ambición por el dinero.


3- Según esto, ¿hay muchas diferencias entre el mundo burgués y el del espectáculo?

No, no hay muchas, ya que los personajes de la obra, sean de la clase social que sean se mueven por el dinero y parece que únicamente les importa esto. Todos se dedican a cosas diferentes pero les une el dinero y la ambición, pero no solo en la obra de Miguel Mihura, sino en la sociedad de aquella época.
La principal diferencia entre el mundo del espectáculo, en este caso el mundo bohemio, y la burguesía, es que las personas bohemias son más 'libres', le dan menos importancia a lo material y al dinero...

  

(Pero BUBY se ha levantado y se interpone ante la puerta cerrando el paso
PAULA. Ha cambiado completamente de expresión y habla a PAULA en tono
apremiante.)

BUBY. ¿Algo?

PAULA. (Disgustada.) ¡Oh, Buby...!

BUBY. (Más enérgico.) ¿Algo?

PAULA. Él es un compañero... ¡Él trabajará con nosotros...!

BUBY. ¿Y qué importa eso? ¡Ya lo sé! Pero los compañeros también a veces
tienen dinero... (En voz baja.) Y nosotros necesitamos el dinero esta misma
noche... Tú lo sabes... Debemos todo... ¡Es necesario ese dinero, Paula...! ¡Si
no, todo está perdido...!

PAULA. Pero él es un compañero... Ha sido una mala suerte... Debes
comprenderlo, Buby...

(Se sienta. Y BUBY también. Pequeña pausa.)

BUBY. Realmente ha sido una mala suerte que esta habitación estuviese
ocupada por un lindo compañero... Porque él es lindo, ¿verdad? (Siempre
irónico, burlón y sentimental.) Sí. Yo sé que es lindo... ¡Ha sido una mala
suerte!... No es nada fácil descorrer un pestillo por dentro y hacer una buena
escena para encontrarse con que dentro de la habitación no hay un buen
viajero gordo con papel en la cartera, sino un mal malabarista sin lastre en el
chalequito... Verdaderamente ha sido una mala suerte...

PAULA. Buby... Esto que hacemos no es del todo divertido...

BUBY. No. Francamente, no es del todo divertido, ¿verdad? ¡Pero qué
vamos a hacerle!... El negro Buby no sabe bailar bien... ¡Y vosotras bailáis
demasiado mal!... (En este momento, en la habitación de al lado, el CORO DE
VIEJOS EXTRAÑOS empieza a cantar, muy en plan de orfeón, «El relicario».
Unos segundos, solamente. Sobre las últimas voces, ya muy piano, sigue 
hablando

BUBY.) Es difícil bailar, ¿no?... Duelen las piernas siempre y, al terminar, el
corazón se siente fatigado... Y, sin embargo, a alguna cosa se tienen que
dedicar las bonitas muchachas soñadoras cuando no quieren pasarse la vida en
el taller, o en la fábrica, o en el almacén de ropas. El teatro es lindo, ¿verdad?
¡Hay libertad para todo! Los padres se han quedado en la casita, allá lejos, con
su miseria y sus penas, con su puchero en el fuego... No hay que cuidar a los
hermanitos, que son muchos y que lloran siempre. ¡La máquina de coser se
quedó en aquel rincón! Pero bailar es difícil, ¿verdad, Paula?... Y los
empresarios no pagan con exceso a aquellos artistas que no gustan lo
suficiente... ¡El dinero nunca llega para nada!... ¡Y las muchachas lindas se
mueren de dolor cuando su sombrero se ha quedado cursi! ¡La muerte antes
que un sombrero cursi! ¡¡La muerte antes que un trajecito barato!! ¡¡¡Y la vida
entera por un abrigo de piel!!! (Dentro, el CORO DE VIEJOS EXTRAÑOS vuelve a
cantar algunos compases de «El relicario».) ¿Verdad, Paula? Sí. Paula ya sabe
de eso... Y es tan fácil que una muchacha bonita entre huyendo de su novio en
el cuarto de un señor que se dispone a dormir... ¡Es muy aburrido dormir solo
en el cuarto de un hotel! Y los gordos señores se compadecen siempre de las
muchachas que huyen de los negros y hasta, a veces, les suelen regalar
billetes de un bravo color cuando las muchachas son cariñosas... Y un beso no
tiene importancia... Ni dos, tampoco..., ¿verdad? Y después... ¡Ah, después, si
ellos se sienten defraudados, no es fácil que protesten!... ¡Los gordos
burgueses no quieren escándalos cuando saben además, que un negro es
amigo de la chica!... ¡Un negro con buenos puños que los golpearía si
intentasen propasarse!...

TEXTO 3

1-¿Qué suelen hacer los señores como el Odioso Señor cuando llegan a la ciudad compañías de music hall?

Cuando llegan a la ciudad compañías del music hall, los señores como el Odioso Señor suelen tener relaciones amorosas con las mujeres de las compañías, ya que, por ejemplo, el Señor Odioso es el hombre más rico de la provincia, y parece ser que las 'conquista' con su dinero.


2- ¿Cómo pretende conquistar a Paula?

El Odioso Señor quiere conquistar a Paula mediante su dinero. La ofrece muchos regalos, como medias, bombones y flores, y al final del fragmento, la ofrece hasta el dinero que ella necesita. Piensa que de esta forma Paula va a tener relaciones sexuales con él, pero se equivoca, ya que cuando cierra la habitación y echa los pestillos, la joven le para y se niega a tenerlas, devolviendo así todos los regalos y los billetes.
Cree que se puede conquistar a las mujeres por medio de lo material, pero con Paula no lo consigue.


3- ¿Entiende que le rechace? ¿Por qué?

No, el Odioso señor no entiende que le rechace porque según él todas las mujeres le quieren solo por ser el más rico de la provincia, y por eso no comprende el por qué Paula no quiera tener nada con él.
El Odioso Señor no entiende que le rechace porque todas las mujeres aceptan los regalos menos ella, y no entiende que tengan costumbres distintas a las suyas. 


4-¿Qué valores morales de la burguesía critica Mihura con este diálogo aparentemente tan absurdo?

El escritor critica la ambición de la burguesía, así como la actitud de algunos burgueses al pensar que se puede comprar a las personas con su dinero. Se puede ver como lo critica cuando por ejemplo, el Señor Odioso dice que todas las mujeres le aman porque es el hombre más rico de la provincia, o cuando ofrece a Paula regalos, y a cambio de ellos le pide un beso, pero ella no quiere dárselo.
Mihura critica la importancia del dinero y el poder, y como lo controla todo.



(Entra por la izquierda EL ODIOSO SEÑOR.)

EL ODIOSO SEÑOR. ¡Hace demasiado calor en el otro cuarto! Todos están en
el otro cuarto... ¡Y han bebido tanto, que alborotan como perros...!

BUBY. (Muy amable. Muy dulce.) ¡Oh, señor! ¡Pero siéntese usted aquí!
(Junto a PAULA, en el sofá.) Aquí el aire es mucho más puro... Aquí el aire es
tan despejado que, de cuando en cuando, cruza un pajarillo cantando y las
mariposas van y vienen, posándose en las flores de las cortinas.

EL ODIOSO SEÑOR, (sentándose junto a PAULA.) ¿Por fin debutan ustedes
mañana?

PAULA. Sí. Mañana debutamos...

EL ODIOSO SEÑOR. Iré a verlos, para reírme un rato... Yo tengo abonado un
proscenio... Siempre lo tengo abonado y veo siempre a las chiquitas que
trabajan por aquí... Yo soy el señor más rico de toda la provincia...

BUBY. Ser rico... debe ser hermoso, ¿verdad...?

EL ODIOSO SEÑOR. (Orgulloso. Odioso.) Sí. Se pasa muy bien... Uno tiene
fincas... Y tiene estanques, con peces dentro... Uno come bien... Pollos, sobre
todo... Y langosta... Uno también bebe buenos vinos... Mis campos están llenos
de trigo...

PAULA. Pero ¿y por qué tiene usted tanto trigo en el campo?

EL ODIOSO SEÑOR. Algo hay que tener en el campo, señorita. Para eso están.
Y se suele tener trigo porque tenerlo en casa es muy molesto...

BUBY. Y, claro..., siendo tan rico..., ¡las mujeres le amarán siempre...!

EL ODIOSO SEÑOR. Sí. Ellas siempre me aman... Todas las chiquitas que han
pasado por este Music-Hall me han amado siempre... Yo soy el más rico de
toda la provincia... ¡Es natural que ellas me amen...!

BUBY. Es claro... Las pobres chicas aman siempre a los señores educados...
Ellas están tan tristes... Ellas necesitan el cariño de un hombre como usted...
Por ejemplo, Paula. La linda Paula se aburre... Ella, esta noche, no encuentra a
ningún buen amigo que le diga palabras agradables... Palabritas dulces de
enamorado... Ellas siempre están entre gente como nosotros, que no tenemos
campos y que viajamos constantemente, de un lado para otro, pasando por
todos los túneles de la Tierra.

EL ODIOSO SEÑOR. ¿Y es de pasar por tantos túneles de lo que se ha
quedado usted así de negro? ¡Ja, ja!
(Se ríe exageradamente de su gracia.)

BUBY. (Como fijándose de pronto en una mariposa imaginaria y como
queriéndola coger.) ¡Silencio! ¡Oh! ¡Una linda mariposa! ¡Qué bellos colores
tiene! ¡Silencio! ¡Ahora se va por allí...! (Por la puerta de la izquierda, en la
que él ya está preparando el mutis.) ¡Voy a cerrar la puerta, y dentro la
cogeré! ¡No quiero que se me escape! ¡Con su permiso, señor!
(BUBY se ha ido, dejando la puerta cerrada. El señor se acerca más a
PAULA. Hay una pequeña pausa, violenta, en la que el señor no sabe cómo
iniciar la conversación. De pronto.)

EL ODIOSO SEÑOR. ¿De qué color tiene usted las ligas, señorita?

PAULA. Azules.

EL ODIOSO SEÑOR. ¿Azul claro o azul oscuro?

PAULA. Azul oscuro.

EL ODIOSO SEÑOR. (Sacando un par de ligas de un bolsillo.) ¿Me permite
usted que le regale un par de azul claro? El elástico es del mejor.
(Las estira y se las da.)

PAULA. (Tomándolas.) Muchas gracias. ¿Para qué se ha molestado?

EL ODIOSO SEÑOR. No vale la pena. En casa tengo más...

PAULA. ¿Usted vive en esta población?

EL ODIOSO SEÑOR. Sí. Pero todos los años me voy a Niza.

PAULA. ¿Y se lleva usted el trigo o lo deja aquí?

EL ODIOSO SEÑOR. ¡Oh, no! El trigo lo dejo en el campo... Yo pago a unos
hombres para que me lo guarden y me voy tranquilo a Niza... ¡En coche-cama,
desde luego!

PAULA. ¿No tiene usted automóvil?

EL ODIOSO SEÑOR. Sí. Tengo tres... Pero a mí no me gustan los automóviles,
porque me molesta eso de que vayan siempre las ruedas dando vueltas... Es
monótono... (De pronto.) ¿Qué número usa usted de medias?

PAULA. El seis.

EL ODIOSO SEÑOR. (Saca de un bolsillo un par de medias, sin liar ni nada, y
se las regala.) ¡Seda pura! ¡Tire usted!

PAULA. No. No hace falta.

EL ODIOSO SEÑOR. Para que usted vea.
(Las coge y las estira. Tanto, que las medias se parten por la mitad.)

PAULA. ¡Oh, se han roto!

EL ODIOSO SEÑOR. No importa. Aquí llevo otro par.
(Tira las rotas al suelo. Saca otro par de un bolsillo y se las regala.)

PAULA. Muchas gracias.

EL ODIOSO SEÑOR. No vale la pena...

PAULA. ¿Entonces, todos los años se va usted a Niza?

EL ODIOSO SEÑOR. Todos los años, señorita... Allí tengo una finca, y lo paso
muy bien viendo ordeñar a las vacas. Tengo cien. ¿A usted le gustan las
vacas?

PAULA. Me gustan más los elefantes.

EL ODIOSO SEÑOR. Yo, en la India, tengo cuatrocientos... Por cierto que
ahora les he puesto trompa y todo. Me he gastado un dineral... (De pronto.)
Perdón, señorita; se me olvidaba ofrecerle un ramo de flores.
(Saca del bolsillo interior de la americana un ramo de flores y se lo
regala.)

PAULA. (Aceptándolo.) Encantada.

EL ODIOSO SEÑOR. No vale la pena... Son de trapo.. Ahora, que el trapo es
del mejor...
(Y se acerca a PAULA.)

PAULA. ¿Es usted casado?

EL ODIOSO SEÑOR. Sí. Claro. Todos los señores somos casados. Los
caballeros se casan siempre... Por cierto que mañana, precisamente, tengo
que asistir a una boda... Se casa la hija de un amigo de mi señora y no tengo
más remedio que ir...

PAULA. ¿Una boda por amor?

EL ODIOSO SEÑOR. Sí. Creo que los dos están muy enamorados. Yo iré a la
boda, pero en seguida me iré a Niza...

PAULA. ¡Cómo me gustaría a mí también ir a Niza!

EL ODIOSO SEÑOR. Mi finca de allá es hermosa. Tengo una gran piscina, en la
que me doy cinco o seis baños diarios... ¿Usted también se baña con
frecuencia, señorita?

PAULA. (Muy ingenua.) Sí. Pero claro está que no tanto como su tía de
usted...

EL ODIOSO SEÑOR. (Algo desconcertado.) ¡Claro! (Y saca del bolsillo una
bolsa de bombones.) ¿Unos bombones, señorita? Para usted la bolsa...

PAULA. (Aceptándolos.) Muchas gracias.

EL ODIOSO SEÑOR. Por Dios... ¿Y qué echa usted en el agua del baño?

PAULA. «Papillons de Printemps». ¡Es un perfume lindo!

EL ODIOSO SEÑOR. Yo echo focas. Estoy tan acostumbrado a bañarme en
Noruega, que no puedo habituarme a estar en el agua sin tener un par de
focas junto a mí. (Fijándose en PAULA, que no come bombones.) Pero ¿no toma
usted bombones? (Saca un bocadillo del bolsillo.) ¿Quiere usted este bocadillo
de jamón?

PAULA. No tengo apetito.

EL ODIOSO SEÑOR. (Sacando otro bocadillo de otro bolsillo.) ¿Es que lo
prefiere de caviar?

PAULA. No. De verdad. No quiero nada.

EL ODIOSO SEÑOR. (Volviendo a guardárselos.) Es una lástima. En fin,
señorita... Acercándose más a ella.) ¿Me permite que le dé un beso? Después
de esta conversación tan agradable, se ve que hemos nacido el uno para el
otro...

PAULA. (Desviándose.) No.

EL ODIOSO SEÑOR. (Extrañado.) ¿Aún no? (Y entonces de otro bolsillo, saca
una carraca.) Con su permiso, me voy a tomar la libertad de regalarle esto. No
vale nada, pero es entretenido...

PAULA. (Cogiendo la carraca y dejándola sobre el sofá.) Muchas gracias.

EL ODIOSO SEÑOR. Y ahora, ¿la puedo dar un beso?

PAULA. No.

EL ODIOSO SEÑOR. Pues lo siento mucho, pero no tengo más regalos en los
bolsillos... Ahora que, si quiere usted, puedo ir a mi casa por más...

PAULA. (Fingiendo mucha melancolía.) No. No se moleste.

EL ODIOSO SEÑOR. Parece que está usted triste... ¿Qué le pasa a usted?

PAULA. Sí. Estoy triste. Estoy horriblemente triste...

EL ODIOSO SEÑOR. ¿Acaso he cometido alguna incorrección, señorita?

PAULA. No. Estoy muy triste porque me pasa una cosa tremenda... ¡Soy

muy desgraciada!

EL ODIOSO SEÑOR. Todo tiene arreglo en la vida, nenita...

PAULA. No. Esto no tiene arreglo. ¡No puede tener arreglo!

EL ODIOSO SEÑOR. ¿Es que se le han roto a usted algunos zapatos?

PAULA. Me ha pasado otra cosa más terrible. ¡Soy muy desgraciada!

EL ODIOSO SEÑOR. Vamos, señorita. Cuénteme lo que le sucede...

PAULA. Figúrese usted que nosotros hemos llegado aquí esta tarde, de
viaje... Y yo llevaba una cartera y dentro llevaba unos cuantos ahorros... Unos
cuantos billetes... Y ha debido ser en el tren... Sin duda, mientras dormía... El
caso es que, al despertar, no encontré la cartera por ninguna parte... Figúrese
usted mi disgusto... Ese dinero me hacía falta para comprarme un abrigo... Y
ahora todo lo he perdido. ¡Soy muy desgraciada!

EL ODIOSO SEÑOR. (Ya en guardia.) Vaya, vaya... ¿Y dice usted que la perdió
en el tren?

PAULA. Sí. En el tren.

EL ODIOSO SEÑOR. ¿Y miró usted bien por el departamento?

PAULA. Sí. Y por los pasillos.

EL ODIOSO SEÑOR. ¿Miró también en la locomotora?

PAULA. Sí. También miré en la locomotora... (Pausa.)

EL ODIOSO SEÑOR. ¿Y cuánto dinero llevaba usted en la cartera?

PAULA. Cuatro billetes.

EL ODIOSO SEÑOR. ¿Pequeños?

PAULA. Medianos.

EL ODIOSO SEÑOR. ¡Vaya! ¡Vaya! ¡Cuatro billetes!

PAULA. ¡Estoy muy disgustada, caballero...!

EL ODIOSO SEÑOR. (Ya dispuesto a todo.) ¿Y dice usted que son cuatro
billetes?

PAULA. Sí. Cuatro billetes.

EL ODIOSO SEÑOR. (Sonriendo pícaro.) Uno va todos los años a Niza y
conoce estas cosas, señorita... ¡Claro que si usted fuese cariñosa!... Aunque
hay que tener en cuenta que ya le he hecho varios regalos...

PAULA. No entiendo lo que quiere usted decir... Habla usted de una
forma...

EL ODIOSO SEÑOR. (Sacando un billete de la cartera, y muy tunante.) ¿Para
quién va a ser este billetito?

PAULA. No se moleste, caballero... Es posible que aún la encuentre...

EL ODIOSO SEÑOR. (Colocándole el billete en la mano.) Tómelo. Si la
encuentra ya me lo devolverá... Y ahora.... ¿Me permite usted que le dé un
beso?

PAULA. (Apartándose aún.) ¡Tengo un disgusto tan grande! Porque figúrese
que no es un billete solamente... Son cuatro...

EL ODIOSO SEÑOR. (Sacando nuevamente la cartera y de ella otros tres
billetes.) Vaya, vaya... (Muy mimoso.) ¿Para quién van a ser estos billetitos?

PAULA. (Tomándolos, y ya cariñosa.) ¡Qué simpático es usted! (Y él le da
un beso. Después se levanta y echa los pestillos de las puertas. PAULA se pone
en guardia.) ¿Qué ha hecho usted?

EL ODIOSO SEÑOR. He cerrado las puertas...

PAULA. (Levantándose.) ¿Para qué?

EL ODIOSO SEÑOR. Para que no puedan entrar ni los pájaros ni las
mariposas... (Va hacia ella y la abraza. Ya ha perdido toda su falsa educación.
Ya quiere cobrarse su dinero lo antes posible.) ¡Eres muy bonita!

PAULA. (Enfadada.) ¡Abra usted las puertas!

EL ODIOSO SEÑOR. Luego abriremos las puertas, ¿verdad? ¡Siempre hay
tiempo para abrir las puertas!...

PAULA. (Ya indignada e intentando zafarse de los brazos de EL ODIOSO

SEÑOR.¡Déjeme usted! ¡Usted no tiene derecho a esto! ¡Abra usted las
puertas!

EL ODIOSO SEÑOR. Yo no gasto mi dinero en balde, nenita...

PAULA. (Furiosa.) ¡Yo no le he pedido a usted ese dinero! ¡Usted me lo ha
dado! ¡Déjeme usted! ¡Fuera de aquí! ¡Largo! ¡Voy a gritar!

EL ODIOSO SEÑOR. Le he dado a usted cuatro billetes... Usted tiene que ser
buena conmigo... Eres demasiado bonita para que te deje...

PAULA. ¡Yo no se los he pedido! ¡Déjeme ya! (Gritando.) ¡Buby! ¡Buby!
(El señor, brutote, brutote, insiste en abrazarla. Pero BUBY ha abierto la
puerta de la izquierda y contempla la escena, frío, frío. El señor le ve y,
sudoroso, descompuesto, fuera de sí, se dirige amenazador a PAULA.)

EL ODIOSO SEÑOR. ¡Devuélvame ese dinero! ¡Pronto! ¡Devuélvame ese
dinero! ¡Canallas!

PAULA. (Tirándole el dinero, que el señor recoge.) ¡Ahí va su dinero!

EL ODIOSO SEÑOR. ¡Devuélvame las medias!

PAULA. (Tirándole las medias.) ¡Ahí van sus medias!

EL ODIOSO SEÑOR. ¡Devuélvame las flores!

PAULA. (Tirándoselas.) ¡Ahí van las flores!

EL ODIOSO SEÑOR. ¡Canallas! ¿Qué os habíais creído? (Va acercándose a la
puerta del foro y la abre.) ¿Pensabais engañarme entre los dos? ¡A mí! ¡A mí!
¡Canallas!
(Y hace mutis.)


TEXTO 4

1-¿Por qué Paula está en contra del matrimonio: qué valores representa para ella el matrimonio?

Paula está en contra del matrimonio porque piensa que casarse es ridículo, y que los que se casan son 'bobos' y 'tiesos'. Además, cree que casarse es una tontería y si se casa será siempre desgraciado. Se puede leer entre líneas como para Paula casarse es una norma social más que no tiene sentido y no se tiene por qué cumplir.
Cuando Paula se entera de que Dionisio se va a casar no lo entiende, ya que él se casa porque se tiene que casar y para él no hay otra salida, es por obligación.

2- ¿Cuáles son las verdaderas aspiraciones de Paula en la vida? ¿A diferencia de Buby, es ella una auténtica bohemia? ¿Por qué?

-Paula no quiere casarse nunca porque para ella es una gran tontería y quiere encontrar un 'amigo' como Dionisio con el que pasarlo bien sin necesidad de ser novios. En realidad, la joven no aspira a nada en la vida y lo único que la importa es vivir la vida como se pueda, sin planear nada y sin pensar en los demás, ni en normas sociales.
Cuando conoce a Dionisio se da cuenta de que es como él, que los dos tienen ese espíritu libre e infantil, pero que por diferentes razones los dos lo tienen reprimido. Los dos se necesitan mutuamente, ya que no tienen sentido en sus vidas y al fin y al cabo ambos quieren encontrar lo mismo.

-Sí, ella sí es una bohemia porque no la importan las reglas sociales y vive como quiere, sobrevivir sin dinero y sin ataduras en su vida. No como Buby, que lo único que aspiraba en la vida era ganar dinero como fuera, aunque fuese robando u obligando a las mujeres a tener relaciones con algún hombre rico.


Pausa. DIONISIO, al oír la palabra «mañana», pierde de pronto su alegría y
su entusiasmo por los juegos junto al mar.)

DIONISIO. ¿Mañana...?

PAULA. ¡Mañana!

DIONISIO. No.

PAULA. ¿Por qué?

DIONISIO. Porque no puedo.

PAULA. ¿Tienes que ensayar?

DIONISIO. No.

PAULA. Entonces, entonces, ¿qué tienes que hacer?

DIONISIO. Tengo... que hacer.

PAULA. ¡Lo dejas para otro día! ¡Hay muchos días! ¡Qué más da! ¿Es muy
importante lo que tienes que hacer...?

DIONISIO. Sí.

PAULA. ¿Negocio?

DIONISIO. Negocio.

(Pausa.)

PAULA. (De pronto.) Novia no tendrás tú, ¿verdad...?

DIONISIO. No; novia, no.

PAULA. ¡No debes tener novia! ¿Para qué quieres tener novia? Es mejor que
tengas sólo una amiga buena, como yo... Se pasa mejor... Yo no quiero tener
novio... porque yo no me quiero casar. ¡Casarse es ridículo! ¡Tan tiesos! ¡Tan
pálidos! ¡Tan bobos! Qué risa, ¿verdad...? ¿Tú piensas casarte alguna vez?

DIONISIO. Regular.

PAULA. No te cases nunca... Estás mejor así... Así estás más guapo... Si tú
te casas, serás desgraciado... Y engordarás bajo la pantalla del comedor... Y,
además, ya nosotros no podremos ser amigos más... ¡Mañana iremos a la
playa a comer cangrejos! Y pasado mañana tú te levantarás temprano y yo
también... Nos citaremos abajo y nos iremos en seguida al puerto y
alquilaremos una barca... ¡Una barca sin barquero! Y nos llevamos el bañador
y nos bañamos lejos de la playa, donde no se haga pie... ¿Tú sabes nadar...?

DIONISIO. Sí. Nado muy bien...

PAULA. Más nado yo. Yo resisto mucho. Ya lo verás...

DIONISIO. Yo sé hacer el muerto y bucear...

PAULA. Yo hago la carpa... y, desde el trampolín, sé hacer el ángel...

DIONISIO. Y yo cojo del fondo diez céntimos con la boca...

PAULA. ¡Oh! ¡Qué bien! ¡Qué gran día mañana! ¡Y pasado! ¡Ya verás,

Dionisio, ya verás! ¡Nos tostaremos al sol!


TEXTO 5


1- ¿A qué grupo social representa don Sacramento?

Don sacramento representa a la burguesía, ya que se pueden ver en el fragmento de la obra momentos en los que, como en que dice que no le gustan los bohemios, donde se ve que es burgués.


2- Haz un listado de todas las cosas que, según don Sacramento, se pueden y no se pueden hacer para no ser un bohemio.

Las cosas que según Don Sacramento un bohemio puede hacer son:
-Pasear por la calle mientras llueve.
-No llevar encima patatas y tafetán para las heridas y los dolores.
-Levantarse a la hora que quiera.
-Desayunar café con leche y pan con manteca.

Las cosas que no puede hacer alguien que no es bohemio son:
-No salir a pasear por la calle mientras llueve.
-Llevar tafetán para las heridas y patatas.
-Colgar cuadros y cromos en las paredes de la habitación.
-Levantarse a las seis y cuarto.
-Desayunar un huevo frito con pan.


3- ¿Qué critica Mihura a través de las absurdas imposiciones de don Sacramento?

Mediante los personajes, Mihura critica a la burguesía y sus absurdas normas, ya que si no las cumples, según Don Sacramento y según los demás burgueses, eres un bohemio, y eso está mal visto para ellos.
Este diálogo es absurdo en el que se describen dos mundos totalmente opuestos.
Don Sacramento es un hombre lleno de estereotipos que representa perfectamente a la burguesía y sus convencionalismos sociales absurdos.


La misma decoración. Continúa la acción del segundo acto, un minuto

después en que éste quedó interrumpido.

(DIONISIO acaba de ocultar el cuerpo de PAULA tras de la cama y el biombo,

mientras sigue llamando DON SACRAMENTO. DIONISIO, una vez asegurado que

PAULA está bien oculta, va a abrir.)

DON SACRAMENTO. (Dentro.) ¡Dionisio! ¡Dionisio! ¡Abra! ¡Soy yo! ¡Soy don

Sacramento! ¡Soy don Sacramento! ¡Soy don Sacramento!...

DIONISIO. Sí... Ya voy... (Abre. Entra DON SACRAMENTO, con levita, sombrero

de copa y un paraguas.) ¡Don Sacramento!

DON SACRAMENTO. ¡Caballero! ¡Mi niña está triste! Mi niña, cien veces llamó

por teléfono, sin que usted contestase a sus llamadas. La niña está triste y la

niña llora. La niña pensó que usted se había muerto. La niña está pálida... ¿Por

qué martiriza usted a mi pobre niña?...

DIONISIO. Yo salí a la calle, don Sacramento... Me dolía la cabeza... No

podía dormir... Salí a pasear bajo la lluvia. Y en la misma calle, di dos o tres

vueltas... Por eso yo no oí que ella me llamaba... ¡Pobre Margarita!... ¡Cómo

habrá sufrido!

DON SACRAMENTO. La niña está triste. La niña está triste y la niña llora. La

niña está pálida. ¿Por qué martiriza usted a mi pobre niña?...

DIONISIO. Don Sacramento... Ya se lo he dicho... Yo salí a la calle... No

podía dormir.

DON SACRAMENTO. La niña se desmayó en el sofá malva de la sala rosa...

¡Ella creyó que usted se había muerto! ¿Por qué salió usted a la calle a pasear

bajo la lluvia?...

DIONISIO. Me dolía la cabeza, don Sacramento...

DON SACRAMENTO. ¡Las personas decentes no salen por la noche a pasear

bajo la lluvia...! ¡Usted es un bohemio, caballero!

DIONISIO. No, señor.

DON SACRAMENTO. ¡Sí! ¡Usted es un bohemio, caballero! ¡Sólo los bohemios

salen a pasear de noche por las calles!

DIONISIO. ¡Pero es que me dolía mucho la cabeza!

DON SACRAMENTO. Usted debió ponerse dos ruedas de patata en las sienes...

DIONISIO. Yo no tenía patatas...

DON SACRAMENTO. Las personas decentes deben llevar siempre patatas en

los bolsillos, caballero... Y también deben llevar tafetán para las heridas...

Juraría que usted no lleva tafetán...

DIONISIO. No, señor.

DON SACRAMENTO. ¿Lo está usted viendo? ¡Usted es un bohemio,

caballero!... Cuando usted se case con la niña, usted no podrá ser tan

desordenado en el vivir. ¿Por qué está así este cuarto? ¿Por qué hay lana de

colchón en el suelo? ¿Por qué hay papeles? ¿Por qué hay latas de sardinas

vacías? (Cogiendo la carraca que estaba en el sofá.) ¿Qué hace aquí esta

carraca?

(Y se queda con ella, distraído, en la mano. Y, de cuando en cuando, la

hará sonar mientras habla.)

DIONISIO. Los cuartos de los hoteles modestos son así... Y éste es un

hotel modesto... ¡Usted lo comprenderá, don Sacramento!...

DON SACRAMENTO. Yo no comprendo nada. Yo no he estado nunca en ningún

hotel. En los hoteles sólo están los grandes estafadores europeos y las

vampiresas internacionales. Las personas decentes están en sus casas y

reciben a sus visitas en el gabinete azul, en donde hay muebles dorados y

antiguos retratos de familia... ¿Por qué no ha puesto usted en este cuarto los

retratos de su familia, caballero?

DIONISIO. Yo sólo pienso estar aquí esta noche...

DON SACRAMENTO. ¡No importa, caballero! Usted debió poner cuadros en las

paredes. Sólo los asesinos o los monederos falsos son los que no tienen

cuadros en las paredes... Usted debió poner el retrato de su abuelo con el

uniforme de maestrante...

DIONISIO. Él no era maestrante... El era tenedor de libros...

DON SACRAMENTO. ¡Pues con el uniforme de tenedor de libros! ¡Las personas

honradas se tienen que retratar de uniforme, sean tenedores de libros o sean

lo que sean! ¡Usted debió poner también el retrato de un niño en traje de

primera comunión!

DIONISIO. Pero ¿qué niño iba a poner?

DON SACRAMENTO. ¡Eso no importa! ¡Da lo mismo! Un niño. ¡Un niño

cualquiera! ¡Hay muchos niños! ¡El mundo está lleno de niños de primera

comunión!... Y también debió usted poner cromos... ¿Por qué no ha puesto

usted cromos? ¡Los cromos son preciosos! ¡En todas las casas hay cromos!

«Romeo y Julieta hablando por el balcón de su jardín», «Jesús orando en el

Huerto de los Olivos», «Napoleón Bonaparte, en su destierro de la isla de

Santa Elena»... (En otro tono, con admiración.) Qué gran hombre Napoleón,

¿verdad?

DIONISIO. Sí. Era muy belicoso... ¿Era ese que llevaba siempre así la

mano?

(Se mete la mano en el pecho.)

DON SACRAMENTO. (Imitando la postura.) Efectivamente, llevaba siempre así

la mano...

DIONISIO. Debía de ser muy difícil!, ¿verdad?

DON SACRAMENTO. (Con los ojos en blanco.) ¡Sólo un hombre como él podía

llevar siempre así la mano!...

DIONISIO. (Poniéndose la otra mano en la espalda.) Y la otra la llevaba

así...

DON SACRAMENTO. (Haciendo lo mismo.) Efectivamente, así la llevaba.

DIONISIO. ¡Qué hombre!

DON SACRAMENTO. ¡Napoleón Bonaparte!... (Pausa admirativa, haciendo los

dos de Napoleón. Después, DON SACRAMENTO sigue hablando en el mismo tono

anterior.) Usted tendrá que ser ordenado... ¡Usted vivirá en mi casa, y mi casa

es una casa honrada! ¡Usted no podrá salir por las noches a pasear bajo la

lluvia! Usted, además, tendrá que levantarse a las seis y cuarto para

desayunar a las seis y media un huevo frito con pan...

DIONISIO. A mí no me gustan los huevos fritos...

DON SACRAMENTO. ¡A las personas honorables les tienen que gustar los

huevos fritos, señor mío! Toda mi familia ha tomado siempre huevos fritos

para desayunar... Sólo los bohemios toman café con leche y pan con manteca.

DIONISIO. Pero es que a mí me gustan más pasados por agua... ¿No me los

podían ustedes hacer a mí pasados por agua...?

DON SACRAMENTO. No sé. No sé. Eso lo tendremos que consultar con mi

señora. Si ella lo permite, yo no pondré inconveniente alguno. ¡Pero le advierto

a usted que mi señora no tolera caprichos con la comida!...

DIONISIO. (Ya casi llorando.) ¡Pero yo qué le voy a hacer si me gustan más

pasados por agua, hombre!

DON SACRAMENTO. Nada de cines, ¿eh?... Nada de teatros. Nada de

bohemia... A las siete, la cena... Y después de la cena, los jueves y los

domingos, haremos una pequeña juerga. (Picaresco.) Porque también el

espíritu necesita expansionarse, ¡qué diablo! (En este momento se le

descompone la carraca, que estaba tocando. Y se queda muy preocupado.)¡Se

ha descompuesto!...

DIONISIO. (Como en el acto anterior Paula, él la coge se la arregla.) Es

así.

(Y se la vuelve a dar a DON SACRAMENTO que, muy contento, la toca de

cuando en cuando.)

DON SACRAMENTO. La niña los domingos, tocará el piano, Dionisio... Tocará

el piano, y quizá, quizá, si estamos en vena, quizá recibamos alguna visita...

Personas honradas, desde luego... Por ejemplo, haré que vaya el señor

Smith... Usted se hará en seguida amigo suyo y pasará charlando con él muy

buenos ratos... El señor Smith es una persona muy conocida... Su retrato ha

aparecido en todos los periódicos del mundo... ¡Es el centenario más famoso

de la población! Acaba de cumplir ciento veinte años y aún conserva cinco

dientes... ¡Usted se pasará hablando con él toda la noche!... Y también irá su

señora...

DIONISIO. ¿Y cuántos dientes tiene su señora?

DON SACRAMENTO. ¡Oh, ella no tiene ninguno! Los perdió todos cuando se

cayó por aquella escalera y quedó paralítica para toda su vida, sin poderse

levantar de su sillón de ruedas... ¡Usted pasará grandes ratos charlando con

este matrimonio encantador!

DIONISIO. Pero ¿y si se me mueren cuando estoy hablando con ellos? ¿Qué

hago yo, Dios mío?

DON SACRAMENTO. ¡Los centenarios no se mueren nunca! ¡Entonces no

tendrían ningún mérito, caballero!... (Pausa. DON SACRAMENTO hace un gesto, de

olfatear.) Pero... ¿a qué huele en este cuarto?... Desde que estoy aquí noto yo

un olor extraño... Es un raro olor... ¡Y no es nada agradable este olor!...

DIONISIO. Se habrán dejado abierta la puerta de la cocina...

DON SACRAMENTO. (Siempre olfateando.) No. No es eso... Es como si un

cuerpo humano se estuviese descomponiendo...

DIONISIO. (Aterrado. Aparte.) ¡Dios mío! ¡Ella se ha muerto!...

DON SACRAMENTO. ¿Qué olor es éste, caballero? ¡En este cuarto hay un

cadáver! ¿Por qué tiene usted cadáveres en su cuarto? ¿Es que los bohemios

tienen cadáveres en su habitación?...

DIONISIO. En los hoteles modestos siempre hay cadáveres...

DON SACRAMENTO. (Buscando.) ¡Es por aquí! Por aquí debajo. (Levanta la

colcha de la cama y descubre los conejos que tiró EL CAZADOR. Los coge.) ¡Oh,

aquí está! ¡Dos conejos muertos! ¡Es esto lo que olía de este modo!... ¿Por qué

tiene usted dos conejos debajo de su cama? En mi casa no podrá usted tener

conejos en su habitación... Tampoco podrá usted tener gallinas... ¡Todo lo

estropean!...

DIONISIO. Estos no son conejos. Son ratones...

DON SACRAMENTO. ¿Son ratones?

DIONISIO. Sí, señor. Son ratones. Aquí hay muchos...

DON SACRAMENTO. Yo nunca he visto unos ratones tan grandes...

DIONISIO. Es que como éste es un hotel pobre, los ratones son así... En los

hoteles más lujosos, los ratones son mucho más pequeños... Pasa igual que

con las barritas de Viena...

DON SACRAMENTO. ¿Y los ha matado usted?

DIONISIO. Sí. Los he matado yo con una escopeta. El dueño le da a cada

huésped una escopeta para que mate los ratones...

DON SACRAMENTO. (Mirando una etiqueta del conejo.) Y estos números que

tienen al cuello, que significan? Aquí pone 3,50...

DIONISIO. No es 3,50. Es 350. Como hay tantos, el dueño los tiene

numerados, para organizar concursos. Y al huésped que, por ejemplo, mate el

número 14, le regala un mantón de Manila o una plancha eléctrica...

DON SACRAMENTO. ¡Qué lástima que no le haya a usted tocado el mantón!

¡Podríamos ir a la verbena!... ¿Y qué piensa usted hacer con estos ratones?...

DIONISIO. No lo he pensado todavía... Si quiere usted se los regalo...

DON SACRAMENTO. ¿A usted no le hacen falta?

DIONISIO. No. Yo ya tengo muchos. Se los envolveré en un papel.

(Coge un papel que hay en cualquier parte y se los envuelve. Después se

los da.)

DON SACRAMENTO. Muchas gracias, Dionisio. Yo se los llevaré a mis

sobrinitos para que jueguen... ¡Ellos recibirán una gran alegría!... Y ahora,

adiós, Dionisio. Voy a consolar a la niña, que aún estará desmayada en el sofá

malva de la sala rosa... (Mira el reloj.) Son las seis cuarenta y tres. Dentro de

un rato, el coche vendrá a buscarle para ir a la iglesia. Esté preparado... ¡Qué

emoción! ¡Dentro de unas horas usted será esposo de mi Margarita!...

DIONISIO. Pero ¿le dirá usted a su señora que a mí me gustan más los

huevos pasados por agua?

DON SACRAMENTO. Sí. Se lo diré. Pero no me entretenga. ¡Oh, Dionisio! Ya

estoy deseando llegar a casa para regalarles esto a mis sobrinitos... ¡Cómo van

a llorar de alegría los pobres pequeños niños!

DIONISIO. ¿Y también les va usted a regalar la carraca?

DON SACRAMENTO. ¡Oh, no! ¡La carraca es para mí!

(Y se va por la puerta del foro. PAULA asoma la cabeza por detrás de la

cama y mira a DIONISIO tristemente. DIONISIO, que ha ido a cerrar la puerta,


al volverse, la ve.) 


TEXTO 6

1- ¿De qué se ha dado cuenta Dionisio esa noche?

Dionisio se dio cuenta de que no se quería casar y que Margarita no es lo que busca, que lo que quiere es ser feliz con Paula y tener una vida alejada de la burguesía y de sus absurdas normas.

2- ¿Qué diferencias hay entre Paula y Margarita?

La principal diferencia entre Paula y Margarita es que las dos pertenecen a dos mundos muy distintos. Paula es una joven bohemia a la que no la importan las normas sociales ni el dinero, y vive su vida como quiere y puede, sobreviviendo cada día sin saber que va a pasar al siguiente. Por el contrario, Margarita es una mujer de la burguesía, a la que se le han impuesto unas normas y tiene que cumplirlas solo por pertenecer a esta clase. Por eso, Dionisio prefiere a Paula, porque le gusta más la manera que vive.
Una representa al espectáculo y lo bohemio, y la otra a lo burgués y los estereotipos.

3- ¿Qué crees que puede simbolizar el hecho de que finalmente Dionisio renuncie a sus sueños y termine casándose con Margarita?

Simboliza el hecho de que al fin y al cabo la mayor parte de las personas hace lo que quieren los demás, y no realmente lo que quiere cada uno. Dionisio quería quedarse con Paula, pero se ve presionado y se acaba yendo con Margarita, con la que vivirá infelizmente.

4- ¿Qué crees que puede simbolizar el título de la obra? (recuerda el uso que se hace de los sombreros a lo largo de la obra)

Yo creo que puede simbolizar que desde el principio, Dionisio tuvo un dilema porque no sabía que sombrero elegir, y al final de la obra, Paula le da un sombrero, y aunque sea el peor que le queda él se lo pone, ya que ella le ha dado la fuerza que a él le faltaba.
El título de la obra simbolizan los tres sombreros refiriéndose a la unión entre los dos mundos, la burguesía y el mundo bohemio, ya que se puede utilizar para casarse (burguesía), o bien para el espectáculo (bohemios).



(Y se va por la puerta del foro. PAULA asoma la cabeza por detrás de la

cama y mira a DIONISIO tristemente. DIONISIO, que ha ido a cerrar la puerta,


al volverse, la ve.) 


PAULA. ¡Oh! ¿Por qué me ocultaste esto? ¡Te casas, Dionisio!...

DIONISIO. (Bajando la cabeza.) Sí...

PAULA. No eras ni siquiera un malabarista...

DIONISIO. No.

PAULA. (Se levanta. Va hacia la puerta de la izquierda.) Entonces yo debo

irme a mi habitación...

DIONISIO. (Deteniéndola.) Pero tú estabas herida... ¿Qué te hizo Buby?

PAULA. Fue un golpe nada más... Me dejó K.O. ¡Debí de perder el

conocimiento unos momentos. Es muy bruto Buby... Me puede siempre...

(Después.) ¡Te casas, Dionisio!...

DIONISIO. Sí.

PAULA. (Intentando nuevamente irse.) Yo me voy a mi habitación...

DIONISIO. No.

PAULA. ¿Por qué?

DIONISIO. Porque esta habitación es más bonita. Desde el balcón se ve el

puerto...

PAULA. ¡Te casas, Dionisio!

DIONISIO. Sí. Me caso, pero poco...

PAULA. ¿Por qué no me lo dijiste...?

DIONISIO. No sé. Tenía el presentimiento de que casarse era ridículo...

¡Que no me debía casar...! Ahora veo que no estaba equivocado... Pero yo me

casaba, porque yo me he pasado la vida metido en un pueblo pequeñito y

triste y pensaba que para estar alegre había que casarse con la primera

muchacha que, al mirarnos, le palpitase el pecho de ternura... Yo adoraba a mi

novia... Pero ahora veo que en mi novia no está la alegría que yo buscaba... A

mi novia tampoco le gusta ir a comer cangrejos frente al mar, ni ella se

divierte haciendo volcanes en la arena... Y ella no sabe nadar... Ella, en el

agua, da gritos ridículos... Hace así: «¡Ay! ¡Ay! ¡Ay!» Y ella sólo ama cantar

junto al piano El pescador de perlas. El pescador de perlas es horroroso,

Paula. Ella tiene voz de querubín, y hace así: (Canta.) Tralaralá... piri, piri, piri,

piri... Y yo no había caído en que las voces de querubín están llenas de

vanidad y que, en cambio, hay discos de gramófono que se titulan «Ámame en

diciembre lo mismo que me amas en mayo», y que nos llenan el espíritu de

sencillez y de ganas de dar saltos mortales... Yo no sabía tampoco que había

mujeres como tú, que al hablarnos no les palpita el corazón, pero les palpitan

los labios en un constante sonreír... Yo no sabía nada de nada. Yo sólo sabía

pasear silbando junto al quiosco de la música... Yo me casaba porque todos se

casan siempre a los veintisiete años... Pero ya no me caso, Paula... ¡Yo no

puedo tomar huevos fritos a las seis y media de la mañana...!

PAULA. (Ya sentada en el sofá.) Ya te ha dicho ese señor del bigote que los

harán pasados por agua...

DIONISIO. ¡Es que a mí no me gustan tampoco pasados por agua! ¡A mí

sólo me gusta el café con leche, con pan y manteca! ¡Yo soy un terrible

bohemio! Y lo más gracioso es que yo no lo he sabido hasta esta noche que

viniste tú... y que vino el negro..., y que vino la mujer barbuda... Pero yo no

me caso, Paula. Yo me marcharé contigo y aprenderé a hacer juegos

malabares con tres sombreros de copa...




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